Un día en la Unidad Docente Asistencial (UDA) de la Fundación Dolor del Hospital Teodoro Álvarez

En el corazón del barrio de Flores, uno de los más antiguos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, se encuentra el Hospital General de Agudos Dr. Teodoro Álvarez, un baluarte de la salud pública argentina. Allí funciona la Unidad Docente Asistencial (UDA), un espacio dedicado a aliviar el sufrimiento de los pacientes con dolor crónico ya sea oncológico o de otra índole.

Contexto y orígenes

La Fundación Dolor de la AAARBA lleva más de 15 años formando expertos en el manejo del dolor, con el objetivo de servir a la comunidad mediante el estudio, la investigación médica y el tratamiento de las dolencias. Esta entidad sin fines de lucro subvenciona unidades asistenciales en distintos hospitales de la Ciudad y el Gran Buenos Aires, ofreciendo atención médica especializada gratuita para pacientes que no cuentan con cobertura médica.

El Dr. Jorge Cotarelo, un apasionado de su vocación, comenzó su carrera en el Hospital Álvarez en 1991. "Cuando llegué aquí, ya estaba funcionando el equipo de dolor, liderado por las Dras. Beatriz Usarralde y Marta Ferioli. Yo entré como residente, después continué como jefe de residentes y a los 5 años de recibirme de anestesiólogo, hice el curso de experto en dolor", recuerda. De aquellos tiempos de formación, el especialista destaca con admiración a dos de sus maestros: el Dr. Luis Fiscella y el Dr. Alejandro Haidbauer, quienes influyeron significativamente en su enfoque hacia el tratamiento del dolor.

Actualmente, él es el único médico dedicado tiempo completo a esta unidad, ofreciendo su experiencia y dedicación a cada paciente que atiende.

Un día típico

La jornada laboral del Dr. Cotarelo comienza temprano. "Cito a los pacientes a partir de las 8:30 o 9 de la mañana. A los nuevos les reservo más de una hora, ya que es esencial realizar una evaluación completa", explica. La unidad atiende los miércoles y viernes de 9 a 14 horas, con un promedio de 12 pacientes por día, la mayoría son mujeres cerca de los 60 años con diversas patologías crónicas. En un mes típico, la unidad atiende entre 70 y 80 pacientes. “Muchos vienen por recomendación de sus médicos de cabecera del hospital, otros nos encuentran por internet, a través de la AAARBA o a través de la Fundación Dolor”, detalla el jefe de la unidad asistencial.

Patologías más comunes y adhesión al tratamiento

Las patologías más frecuentes atendidas en la UDA incluyen el dolor crónico oncológico, discopatía lumbar, síndrome de cirugía fallida de columna, fibromialgia, osteoartritis, neuropatías diabéticas, vasculopatías periféricas y dolor torácico postoperatorio. "Lamentablemente, ha habido un aumento en la demanda de pacientes con dolor crónico oncológico", comenta el Dr. Cotarelo.

La adhesión al tratamiento por parte de los pacientes es notable. "La aceptación de lo recetado es muy buena. Los pacientes no cuestionan la prescripción de opioides y tienen una relación de confianza y apego conmigo", afirma. Este vínculo cercano es crucial para el éxito de su evolución.

Uno de los mayores desafíos que enfrenta la UDA es la creciente demanda y la disponibilidad de recursos. "Antes contábamos con una psicóloga, la Lic. Silvia Revoredo, quien era un pilar fundamental para el acompañamiento de los pacientes, especialmente en el final de la vida. Sin embargo, tras su jubilación, no hemos podido cubrir su puesto", señala el anestesiólogo de la AAARBA.

Sentido de pertenencia y relación con los pacientes

"Es mi hospital. Hace más de 30 años que estoy acá. Formó y forma parte de mi vida", afirma el Dr. Cotarelo. Esta conexión personal se refleja en la dedicación con la que trata a sus pacientes. "Mi lema es la medicina basada en el respeto. En 33 años, nunca he tenido un inconveniente con un paciente. Tenemos una muy buena relación", asegura.

El doctor destaca la importancia de la dedicación, el conocimiento y la capacidad de escuchar como rasgos esenciales para su labor. "Hay que tener un vínculo con la persona a tratar, oírla y aprender de ella. Esto ayuda a implementar un tratamiento adecuado", resalta el profesional.

Historias de esperanza

El Dr. Cotarelo tiene muchas historias que ilustran la diferencia que puede hacer un tratamiento adecuado. "Recuerdo a un paciente con un tumor de próstata que llegó con un dolor intenso. Venía acompañado de su esposa y sus hijos, una familia muy contenedora. Aceptó el tratamiento y mejoró notablemente, lo que le permitió pasar sus últimos momentos con su familia en paz. Con la evolución propia de la enfermedad, en el transcurso de seis meses llegó el momento crítico. Estaba en un curso en la AAARBA cuando su hijo me llamó para decirme que su papá estaba en la guardia del Hospital Zubizarreta y no sabían si dejarlo ahí o llevarlo a casa. La médica del SAME había dicho que ya no había más nada que hacer. Les describí los escenarios posibles: uno era que el paciente estuviera solo en una guardia, y el otro era que estuviera en su hogar con sus familiares. Les expliqué que el final era inevitable pero que podían elegir cómo pasarlo. Les dije que su papá se encontraba sin dolor y que con la medicación se iría apagando de a poco. Si podían estar a su lado, lo mejor era que estuviera con ellos para sostenerle la mano. Al rato me llamaron para decirme que se había ido y me agradecieron el consejo. La esposa, Tita, siempre me llama para todas las fechas importantes del año", relató el anestesiólogo.

Por qué vale la pena

En la Unidad Docente Asistencial del Hospital Teodoro Álvarez, el compromiso con los pacientes es palpable en cada consulta y en cada gesto de apoyo.
En cuanto a los avances vinculados al tratamiento del dolor, el Dr. Cotarelo menciona la importancia de los procedimientos invasivos y explica que "han cambiado significativamente la evolución de los pacientes". Aunque no los realiza personalmente, considera que representan un gran avance.

A pesar de los desafíos, el anestesiólogo encuentra su recompensa en el alivio de sus pacientes. "Es muy gratificante verlos mejorar, incluso a aquellos con dolor oncológico que llegan preguntando cuánto tiempo les queda. Lograr que modifiquen su actitud y hagan cambios en su calidad de vida es una gran satisfacción", concluye el especialista.