Conocé el testimonio de un asociado de la AAARBA que hace 10 años conoció a su actual pareja a partir de un “match” de Tinder. En la era digital, el amor también se transforma. Las aplicaciones de citas cambiaron la manera en que las personas se conocen y construyen relaciones, ofreciendo nuevas oportunidades.
12/02/2025 Lic. María Eugenia Piaggio
Hace una década, conocer a alguien nuevo implicaba una salida, una presentación de amigos o un encuentro casual. Hoy, basta con deslizar el dedo sobre una pantalla para acceder a un sinfín de posibilidades. ¿Es esta la forma en que entendemos y experimentamos el amor en el siglo XXI? Las aplicaciones de citas han cambiado la manera en que las personas se encuentran, interactúan y construyen relaciones.
¿Qué son las apps de citas y cómo funcionan?
Las aplicaciones de citas son plataformas digitales diseñadas para conectar personas con intereses románticos o sociales en común. Utilizan algoritmos basados en la ubicación, afinidades y preferencias personales para sugerir posibles coincidencias. Los usuarios crean un perfil con fotos y descripciones y, en muchas de estas plataformas, pueden deslizar a la derecha o izquierda para indicar interés o descartar un perfil. Si dos personas muestran interés mutuo, pueden iniciar una conversación.
Principales aplicaciones de citas
Existen numerosas aplicaciones de citas, cada una con su propio enfoque y público. Algunas de las más populares son:
¿Cómo están cambiando las relaciones en la era digital?
El auge de las apps de citas ha transformado la manera en que las personas se relacionan. La inmediatez y accesibilidad permiten a los usuarios conocer gente fuera de sus círculos habituales, algo especialmente útil para profesionales con agendas ajustadas. Sin embargo, también han surgido desafíos, como el ghosting (desaparición repentina sin explicación), la superficialidad en las interacciones, situaciones de inseguridad y la fatiga de las citas virtuales.
Además, la evolución de las citas online ha eliminado gran parte del estigma que solía acompañarlas. Cuenta la historia que hace casi tres siglos, en 1727, una mujer inglesa fue castigada por publicar un anuncio buscando pareja en el Manchester Weekly Journal. Hoy, más de 300 millones de personas utilizan aplicaciones y plataformas digitales en búsqueda de relaciones, ya sean casuales o serias.
No obstante, recientes estudios sugieren que el impacto real de estas plataformas podría ser menor al esperado. Según un informe publicado por Infobae en enero de 2025, la efectividad de las aplicaciones de citas está siendo cuestionada, ya que muchos usuarios enfrentan frustraciones constantes. La brecha entre las expectativas y la realidad de un match genera una sensación de insatisfacción, lo que lleva a que muchos desistan de su uso después de intentos fallidos. Esta fatiga digital ha impulsado nuevas tendencias, como el slow dating, una modalidad que prioriza las interacciones más profundas y significativas.
A su vez, el impacto económico de las apps de citas es innegable. Según un artículo publicado en La Nación en octubre de 2024, estas plataformas fueron generando un mercado lucrativo basado en suscripciones premium, compras dentro de la app y publicidad. Empresas como Tinder, Bumble y Hinge han encontrado en la búsqueda del amor un modelo de negocio rentable, con ingresos millonarios anuales. Este fenómeno ha dado lugar a un ecosistema donde el amor y la tecnología se entrelazan con estrategias comerciales que buscan maximizar el tiempo que los usuarios permanecen en las aplicaciones.
Consejos para un uso efectivo y seguro
Si bien las apps de citas pueden ser una herramienta eficaz, es importante utilizarlas con criterio:
En un mundo cada vez más digitalizado, las apps de citas se han convertido en un recurso valioso para quienes buscan pareja o simplemente ampliar su círculo social. En este San Valentín, las relaciones pueden nacer con solo un deslizamiento, pero mantenerlas dependerá de mucho más que un algoritmo.
El amor en tiempos de apps. Testimonio del Dr. Pablo Tapia
“Nunca pensé que iba a conocer a mi pareja a través de una aplicación de citas. Hace diez años, cuando tenía 48, no sabía nada de estas plataformas. Fue una residente del hospital donde trabajo, el Santa Lucía de la Ciudad de Buenos Aires, quien me convenció de probar. Me ayudó a bajar Tinder y, aunque al principio tenía cierto escepticismo, decidí darle una oportunidad.
Lo que pasó después sorprendió a todos, incluyéndome. En menos de una semana conocí a María Victoria o “Marilí”. Su foto me transmitió algo especial, y cuando leí su perfil me llamó la atención que era contadora. Siempre había estado rodeado de colegas del ámbito médico, así que la idea de conocer a alguien de otro rubro me resultó interesante. Después de algunos mensajes en la aplicación, pasamos a WhatsApp y organizamos nuestra primera cita en un bar.
Desde el primer encuentro hubo química, pero no todo fue tan lineal. María Victoria tuvo algunas dudas al principio, y hubo una breve pausa antes de que decidiéramos seguir adelante. Finalmente, la conexión fue más fuerte y aquí estamos, diez años después, compartiendo la vida juntos.
Nuestra relación creció de manera natural. Seguimos viviendo en casas separadas, pero nuestras vidas se han entrelazado de muchas maneras. Hemos viajado juntos, atravesado momentos felices y otros difíciles, como la pérdida de seres queridos. Nuestras familias también se integraron: yo tengo dos hijas y ella un hijo, y aunque cada uno tiene su vida, compartimos encuentros y algunas vacaciones.
Mucha gente me usa de ejemplo cuando habla de las apps de citas. Sé que hay prejuicios y que algunos desconfían de estos métodos para conocer personas, pero mi experiencia fue excelente. Estoy convencido de que, sin Tinder, jamás habría cruzado caminos con María Victoria. No sé si la app es determinante, pero sí fue la herramienta que hizo posible este encuentro.
A quienes me preguntan, siempre les digo lo mismo: anímense. No hay garantías en el amor, pero si uno está abierto a nuevas experiencias, pueden pasar cosas maravillosas. Yo encontré a la persona con la que quiero compartir mi vida, y todo empezó con un simple “match”.
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