¿Cuáles son las consideraciones perioperatorias específicas para el manejo de pacientes con mpox (viruela símica) en el contexto anestésico?
Combatiendo las desigualdades en salud con IA
De la mano de la Dra. Glenda Ernst exploramos dos temas esenciales para la salud: la equidad en la atención médica y los determinantes sociales que la afectan. Además, examinamos cómo la inteligencia artificial (IA) puede ayudar a mitigar las desigualdades en la salud derivadas de estos determinantes.
Notas15/07/2024 Lic. María Eugenia PiaggioEn una charla para sus pares, la Dra. Glenda Ernst, revisora del Comité Científico del Hospital Británico de Buenos Aires y jefa de la unidad traslacional del mismo hospital, abordó el tema de la equidad en salud, un concepto que promueve la justicia e imparcialidad en el acceso a la atención y a los beneficios de la salud, sin importar factores como ubicación geográfica, etnia, raza, género o edad. La Dra. Ernst, quien también es periodista médica, editora de la revista Frontera en Medicina, conductora del pódcast Signos Vitales de Estudio Radio, profesora de Bioestadística en la Universidad del Salvador y coordinadora del curso transversal de Metodología Científica de Residencias, destacó la importancia de los determinantes sociales de la salud, que incluyen factores como la pobreza, desigualdad, condiciones de trabajo, acceso a servicios de salud, discriminación y violencia.
Estudios clínicos
Ernst comenzó señalando que, a pesar de los avances en la medicina, persisten profundas desigualdades, especialmente en la inclusión de mujeres y minorías en estudios clínicos. Esta falta de representatividad afecta directamente la efectividad de los tratamientos y la atención que reciben estos grupos, ya que los resultados de los estudios no siempre son aplicables a toda la población.
Estas desigualdades en salud se reflejan especialmente en los estudios clínicos y, para ejemplificar, la investigadora citó un análisis reciente de los ensayos clínicos realizados entre los años 1996 y 2022 por el Instituto Nacional del Cáncer que demostró cómo muchos de estos estudios no habían incluido equitativamente a todos los grupos poblacionales. La representación de hispanos, afroamericanos, isleños del Pacífico, asiáticos, indígenas y personas mayores de 65 años fue significativamente baja, lo que limita la validez y aplicabilidad de los resultados. Además, las mujeres, especialmente las jóvenes y en edad fértil, estaban subrepresentadas, incluso en estudios relacionados con enfermedades que las afectan predominantemente.
Para ilustrar la importancia de la representatividad equitativa en los estudios clínicos, Ernst citó un estudio danés publicado por el National Institute of Health (NIH) que analizó a pacientes con diferentes vacunas contra el COVID-19, recopilando datos sobre eventos adversos reportados durante los seis meses posteriores a la vacunación. Este estudio multidisciplinario incluyó una cohorte muy grande, con más de 31.000 personas vacunadas que completaron un cuestionario inicial. Se hizo un esfuerzo especial por incluir una gran cantidad de mujeres. Los hallazgos mostraron que ellas tenían el doble de probabilidades de experimentar cualquier evento adverso en comparación con los hombres. Es crucial entender que la equidad en salud implica reconocer que hombres, mujeres y personas de distintos géneros no son iguales, y sus necesidades pueden ser diferentes.
Para ella, la conclusión es que aumentar la participación de estos grupos en la investigación clínica no solo es una cuestión de justicia, sino que también mejora la calidad y la efectividad de la atención médica para todos.
Tratamientos
A lo largo de la charla de la Dra. Glenda Ernst se fue develando cómo es que ciertos factores, que son determinantes sociales, impactan en los resultados clínicos.
Uno de los ejemplos más reveladores presentados por Ernst fue la desigualdad de género en la donación y recepción de riñones en Nepal. Las mujeres donan más riñones que los hombres, pero reciben menos trasplantes. Además, la distribución de los receptores de trasplantes varía según la composición demográfica de los grupos étnicos. Se observa que la mayoría de los trasplantes se realizan en centros urbanos con recursos concentrados, dejando desatendidas las zonas más vulnerables, de menores recursos y especialmente los grupos rurales.
Esta disparidad subraya la necesidad de abordar las desigualdades de género en todos los aspectos de la atención médica, desde la donación de órganos hasta la administración de medicamentos.
Además, Ernst presentó evidencia de que las mujeres tienen estancias hospitalarias más largas que los hombres para las mismas condiciones, lo que sugiere la necesidad de un enfoque más personalizado en el tratamiento.
Un futuro mejor
Un dato alentador que presentó la experta es el proyecto para el 2030 que propone incluir en los prospectos médicos los efectos adversos de los medicamentos diferenciados por género. Este enfoque busca promover la equidad en la atención médica, asegurando que las mujeres y los hombres reciban información específica sobre cómo los medicamentos pueden afectarlos de manera diferente.
¿Cómo podemos convertirnos en parte de la solución?
Descubrir cuál es la pieza del rompecabezas que tenemos que encontrar para cambiar la realidad es complejo. Se trata de articular una conjunción de factores: por supuesto que hay una parte que es regulatoria, pero el actor inesperado que apareció para ofrecer una solución innovadora es la IA y el machine learning, que pueden mejorar la representatividad en estudios clínicos y permitir el desglose de resultados por sexo y género. En este sentido, la Dra. Ernst destacó la inclusión de guías de innovación de Stanford en la capacitación de médicos residentes para mejorar la representatividad en publicaciones científicas.
En un mundo donde la tecnología avanza rápidamente, la Dra. Ernst se suma a la tendencia mundial de promover el uso de la IA y herramientas como ChatGPT para mejorar la alfabetización sanitaria, la calidad de vida de personas con discapacidades y enfermedades crónicas, y optimizar los recursos de atención médica. Según la Dra. Ernst, la inteligencia artificial también puede jugar un papel fundamental en la investigación clínica, aumentando la diversidad y la generalización de los resultados. Como respaldo de su posición citó una revisión sistemática que publicó a fines del año pasado The Lancet, donde se muestran diferentes estudios que promueven la utilización fundamentalmente del ChatGPT y cómo esta herramienta genera equidad para los pacientes.
Ernst también destacó el papel creciente de la inteligencia artificial y otras herramientas digitales en la promoción de la equidad en salud. Estas tecnologías pueden ayudar a identificar y corregir disparidades, asegurando que todos los pacientes reciban una atención de calidad independientemente de su género, raza o condición socioeconómica. En este contexto, mencionó el desarrollo de algoritmos de inteligencia artificial que pueden analizar grandes volúmenes de datos para detectar patrones de desigualdad y sugerir intervenciones específicas. Hoy por hoy, hay tres hospitales que ya tienen integradas sus Historias Clínicas al Glass Health IA y están probando cómo funciona.
Durante la charla, Ernst aclaró la diferencia entre igualdad y equidad, subrayando que en el mundo no se habla de feminismo ni de machismo, sino de equidad. Explicó que igualdad no es lo mismo que equidad, ya que no somos todos iguales. “Si todos usamos la misma herramienta sin considerar nuestras diferencias, no estaremos confortables. La equidad, en cambio, es darle a cada uno lo que necesita. Eso es ser equitativo”, afirmó la doctora.
Finalmente, la Dra. Ernst hizo un llamado a los profesionales de la salud para que sean conscientes de estas desigualdades y trabajen activamente para corregirlas. Subrayó que la equidad en salud no solo mejora los resultados para los pacientes, sino que también fortalece el sistema de salud en su conjunto.
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