El sesgo de género en la atención médica

Hace algunos años, la Dra. Elizabeth Comen, especialista en cáncer de mama del Hospital Memorial Sloan Kettering de Manhattan, tomó la mano de una paciente que estaba a horas de morir. Mientras se inclinaba para darle un último adiós, presionó su mejilla contra su rostro húmedo. Entonces, la paciente le dijo a la doctora: “Lamento mucho haberte pegado mi transpiración”.

En sus dos décadas de carrera, la oncóloga ha notado un patrón recurrente: las mujeres constantemente se disculpan. Se disculpan por transpirar, por hacer preguntas de seguimiento, por no haber detectado antes sus propios cánceres, etc. “Las mujeres se disculpan por estar enfermas, por buscar atención o por defenderse a sí mismas”, señala.

Estas experiencias en el consultorio fueron una de las razones que la llevaron a escribir All in Her Head: The Truth and Lies Early Medicine Taught Us About Women's Bodies and Why They Matter Today.  En su libro, Comen expone cómo, a lo largo de la historia, la medicina ha tratado a los cuerpos femeninos como una anomalía. “Durante siglos, las mujeres fueron excluidas de los estudios médicos y sus síntomas fueron considerados exageraciones o manifestaciones de inestabilidad emocional. La idea de la ´mujer histérica´ ha sido un fantasma que ha atravesado toda la historia médica, y muchas pacientes aún hoy enfrentan ese sesgo en los consultorios”, dice el libro.

Según la autora, existen estudios que han demostrado que las mujeres tardan más en recibir un diagnóstico preciso para enfermedades cardíacas y ciertos tipos de cáncer. También, es menos probable que se les administren analgésicos adecuados, ya que sus síntomas suelen descartarse como ansiedad o estrés. "Hemos utilizado el modelo masculino para el diagnóstico y el tratamiento como estándar de oro", sostiene la Dra. Jennifer Mieres, citada en el libro de Comen. "Esto ha llevado a diagnósticos erróneos y a la subestimación de enfermedades en las mujeres".

Otro aspecto clave que resalta la autora es la histórica exclusión de las mujeres en la investigación médica. Durante años, los ensayos clínicos no incluyeron a mujeres en edad fértil, bajo la presunción de que sus hormonas interferirían en los resultados. Como consecuencia, muchos tratamientos y dosis de medicamentos fueron diseñados en base a cuerpos masculinos, sin considerar diferencias metabólicas fundamentales.

Anestesiólogas y pacientes: una conexión especial

El testimonio de la Dra. Gisell Pierrard, anestesióloga de la AAARBA, aporta una mirada íntima y personal sobre la realidad de las médicas y sus pacientes. Desde su residencia se sintió atraída por la maternidad, pese a los horarios exigentes. "Siempre me gustó, me parece que es el momento más lindo de la vida", cuenta. Su trabajo en la sala de partos la llevó a desarrollar un fuerte lazo con las pacientes y con las parteras. "Me encanta estar ahí. Se fusionan los roles".

La Dra. Pierrard explica cómo hombres y mujeres enfrentan el dolor postoperatorio. "Yo he notado que no hay una diferencia de género en relación con el dolor. Hay hombres que se descompensan". En cambio, observa un aumento generalizado en la ansiedad de los pacientes: "Noto más sensible a la población en general. Ahora se quejan más y quieren soluciones".

"Hay algo que me atrae, evidentemente, de las mujeres y me gusta; es su sensibilidad y me deja también a mí expresarme", reflexiona. "La mayoría de mis pacientes son mujeres y creo que al compartir el género logramos más cercanía. Me parece que suma en ese sentido", destaca.

Su sensibilidad también se manifiesta en situaciones emocionales. "Yo soy muy sensible, medio hiperempática, así que trato de que no se note", señala. Sin embargo, hay momentos donde es imposible contener las emociones. "Participé en el caso de una mamá que no podía tener hijos hacía mucho tiempo y optó por la opción del vientre subrogado. En el parto se me caían las lágrimas. Hay momentos en los que no puedo manejar ese tipo de emociones, aunque trato de disimularlo porque estoy en mi rol de profesional".

El contacto con los pacientes es una parte fundamental de su labor. "Siempre tengo contacto físico, como agarrarle la mano o darle un abrazo". Y cuando los pacientes experimentan reacciones emocionales intensas, ella busca ayudarlos. "Si están muy sensibles, trato de hacer acciones mínimas para que se relajen un poco y puedan disfrutar, sobre todo en maternidad, ese momento tan único, tan importante de la vida".

Hacia una medicina con perspectiva de género

El Día de la Mujer nos invita a reflexionar sobre estos desafíos y a buscar soluciones. Desde la inclusión de más mujeres en roles de liderazgo hasta la incorporación de una perspectiva de género en la atención médica, el cambio es urgente. La Dra. Comen subraya que las mujeres no solo deben ser escuchadas, sino también tomadas en serio cuando expresan su malestar. "Si una paciente dice que siente dolor, hay que creerle y actuar en consecuencia", asevera.

En su libro, Comen también ofrece herramientas prácticas para ayudar a las mujeres a navegar el sistema de salud. Sugiere que cada paciente confíe en su propio conocimiento sobre su cuerpo y que no tema exigir respuestas. "Una relación de confianza y respeto con el proveedor de salud es un derecho, no un lujo", afirma.

Para la Dra. Pierrard, el camino también implica aprender a poner límites. "Me cuesta decir que no, pero estoy tratando de equilibrar mi vida profesional con mi bienestar. Porque, al final, una médica sana también es una mejor médica para sus pacientes".

En este Día de la Mujer, celebremos a las médicas que, con su empatía y dedicación, están transformando la atención en salud. Y sigamos trabajando para que todas las pacientes sean escuchadas, comprendidas y atendidas con la seriedad que merecen.